PREGUNTAR EN CLASE
A todos a de parecer muy normal el que la docencia esté organizada de forma que, en el aula, los alumnos tengan ocasión de preguntar a sus profesores, con entera normalidad, sobre todo aquello que les parezca conveniente, acerca de lo que aquel está exponiendo en la clase. Es obvio que debe haber pregunta siempre que no se entienda bien lo explicado. Pero también es muy conveniente pedir aclaración, incluso, cuando uno cree haber entendido lo que se le ha dicho, que no siempre lo que el profesor quiere transmitir, con lo que dice, viene a coincidir con lo que el alumno entiende, al oír lo que se le dice.
Con esto último no solo se quiere salir al paso de aquellos casos en los que se malentiende alguna palabra (como él que cree oír “acusaron a Pepito”, cuando se dijo “acosaron a Pepito”). Hay situaciones mucho más llamativas; hay veces en las que, oyendo perfectamente lo que se dice, se termina entendiendo algo muy diferente de lo que se quería transmitir. Y es que no es verdad que todos entendamos lo mismo cuando oímos las mismas palabras. Lo que se percibe, cuando se oye decir algo, depende de la cultura, el lugar de nacimiento, la profesión, la edad, etc. Para poder apreciar mejor este gran riesgo, el riesgo de que, si estamos “en otra onda” de la del que habla, entendamos algo muy distinto de lo que se nos quiere decir, pueden valer estos dos cuentitos:
*Un pastor protestante alquilaba una casa a personas de otro país. Estas, al escribir preguntando por los detalles de la casa, se interesaron por los “servicios” (excusados, retretes, baños). El pastor entendió que los servicios eran los “servicios religiosos”, pues él llamaba “aseos” a los baños, retretes o excusados, y respondió diciendo que los servicios los encontrarían a medio kilometro. Obviamente, aquella casa se quedó sin alquilar.
*El abuelo le dice al nieto: “Cuando yo era un muchacho, mi madre me mandaba a la tienda con cinco pesetas y yo regresaba con aceite, mantequilla, patatas, leche, pan y azúcar”. Entonces, el nieto le pregunta: ¿Es que no había cámaras de vigilancia? El nieto entendió que su abuelo, de mozo, había sido un ladronzuelo, cuando este le quería explicar lo mucho que había cambiado la vida.
La cosa es de tal calibre que no basta con que los alumnos tengan la posibilidad de preguntar libremente, ni con que el profesor pregunte “se me entendió”; se hace necesario que, el profesor, haciendo él las oportunas preguntas, llegue a descubrir los malentendidos que pudieran producirse en sus clases.
Gudor Ben Jusá
Enero de 2012
Véase también http://web.fmetsia.upm.es/gudor