UN CUENTO CON SU MORALEJA
EL INGENIO QUE BIEN HABRÍA DE VENIRNOS A TODOS
En un pequeño relato de Gabriel Garría Márquez, el cual no conozco más que parcialmente y de oídas, se cuenta más o menos que:
Para entretener a un niño de corta edad, su padre recorta, de una revista, el plano del mundo, separa los países, trocea los océanos, y le entrega a su hijo los pedazos de papel que le han salido, para que reconstruya el plano.
Nada más dárselo, el padre cae en la cuenta de que su hijo es muy pequeño para hacer aquella tarea. Pero, para su sorpresa, su hijo le compone perfectamente aquel rompecabezas en un rato muy corto. El padre le pregunta si él conocía, de antes, el plano del mundo; el hijo le dice que no. Cuando el padre, sorprendido, le pregunta que como lo hizo, tan bien y tan rápido, el hijo le contestó que, cuando arrancó el mapa de la revista, había visto que por detrás había un hombre dibujado, por lo que dio la vuelta a los trozos de papel, reconstruyo el hombre y volvió a dar la vuelta a los papeles.
No creo equivocarme si digo que, para resolver cualquier (casi cualquier) problema, por muy difícil que sea, siempre hay una manera de “darle la vuelta a los trozos” que transforma lo difícil en algo mucho más asequible. Dichosos los que tienen el arte del “voltear inspiradamente”.
P.D.-Segun me dice un amigo, la verdadera moraleja de este cuento es: cuando hayamos conseguido arreglar al hombre, entonces habremos conseguido arreglar al mundo